EL PEZ EN EL AGUA: “Desde mi juventud impregnada de marxismo al liberalismo de mi madurez”

Lo anticipa en algún momento el propio Mario Vargas Llosa en su libro autobiográfico —como él prefirió llamarlo— o semiautobiográfico —como lo calificó la crítica— El pez en el agua, publicado en 1993: habla en él sobre “el recorrido que me fue llevando desde mi juventud impregnada de marxismo y existencialismo sartreano al liberalismo de mi madurez”.

Quizá no sea lo esencial de ese volumen en el que también refiere varios de sus muchos y claves acontecimientos personales, como la difícil relación que mantuvo con un padre, hombre duro y violento, o el nacimiento de la vocación de escritor como oposición a esa autoridad, su paso por el Colegio Militar, la precoz vida bohemia y la precipitada boda con “la tía Julia”.

Pero es, casi sin dudas, uno de los recorridos que marcaron su historia pública, llevándolo a comprometerse en la lucha política, tal vez como una faceta de su lucha literaria y hasta personal (¿contra sí mismo?), e incluso a presentarse como candidato a presidente de Perú en 1990, en uno de los periodos más complejos de la democracia del país que lo vio nacer.

“Juventud impregnada de marxismo”

Lo cierto es que sus fuertes e iniciales ideas de izquierda se forjaron en el marco de la América Latina de los años 50 y 60, iniciando su militancia en la Universidad Mayor de San Marcos. Se involucró en el Partido Comunista Peruano —entonces reprimido por el régimen de Manuel Odría— mientras publicaba sus primeras y alabadas obras, como La ciudad y los perros (1963, premio Biblioteca Breve), La casa verde (1966, premios Rómulo Gallegos y Nacional de Cultura de Perú) y Conversación en La Catedral (1969).

La lógica de los acontecimientos lo llevaron a acercarse a la Revolución Cubana y a Fidel Castro, por quien públicamente manifestaba admiración, al igual que por Ernesto ‘Che’ Guevara. Al mismo tiempo trababa amistad con sus colegas de ruta literaria y política, como Gabriel García Márquez, personaje que terminará siendo clave en su vida (tema de otro artículo).

Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.

Pero Cuba será también piedra de la discordia en el camino emprendido, que a priori parecía sin retorno; específicamente, el encarcelamiento en 1971 del poeta Heberto Padilla, que había publicado una serie de críticas a Castro y a la mismísima revolución.

Fueron muchos los intelectuales los que enviaron una carta al líder cubano para que liberara a Padilla, lo que acabó ocurriendo. No obstante, Vargas Llosa exhibió su desencanto y ese mismo año se distanció irreversiblemente de Castro y paulatina pero rápidamente fue dejando atrás las ideas de izquierda que lo habían caracterizado, como a la mayor parte de su generación.

“Al liberalismo de mi madurez”

Se mudó a Londres y comenzó a abrazar las ideas del liberalismo en una era en la que vislumbraban dos personajes globalmente dominantes y representantes de la derecha más rancia, con sus reformas económicas y sociales que pretendían “sanear” la sociedad de derechos laborales y humanos: Ronald Reagan y Margaret Thatcher.

A principios de los 80, el entonces presidente peruano Fernando Belaúnde Terry busca cooptarlo: en 1983 le encomienda investigar el asesinato de ocho periodistas, conocido como el caso Uchuraccay, que se creía cometidos por militares, y en 1984 le pide que encabece su consejo de ministros. Cumple con parte del encargo, pero finalmente desiste de someterse al gobierno.

Sus ideales socialistas eran enterrados para siempre y 1987 fue el año cuando los llevó al sepulcro: el presidente Alan García propuso nacionalizar los bancos, las financieras y las compañías de seguros y Vargas Llosa explotó de furia, militando activamente contra la iniciativa que suponía “el Perú totalitario” mientras recorría su país para encabezar los rechazos a la propuesta presidencial que, finalmente, quedó en la nada.

Mario Vargas Llosa candidato a presidente de Perú.

El impacto de su activismo fue grande en la opinión pública peruana y elucubró su ide más audaz y arriesgada: convertirse él mismo en presidente de Perú, a fin de concretar las ideas liberales que creía viables en una nación sudamericana social y económicamente atrasada y dependiente.

En 1990 se convirtió en candidato por el Movimiento Libertad, que él había fundado, y hasta último momento fue favorito en las encuestas. Sin embargo, Alberto Fujimori, otro neoliberal —como se los llamaba entonces—, lo derrotó en segunda vuelta, gobernando durante una década bajo la férula del Fondo Monetario Internacional (FMI).

El desencanto con la política partidaria y el electorado peruano pasaron relativamente rápido para Mario Vargas Llosa: “Fujimori me devolvió a la literatura”, concluyó.

Con información de la BBC

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